Siempre tuve bien claro que, si tenia la oportunidad de convertirme en mamá, mis hijos nacerían por parto natural y les daría la teta, MI TETA hasta por lo menos los 12 meses.
Cuando nació Lui mi hijo mayor, tuvimos ese primer contacto mágico en la sala de partos, pero lamentablemente no me dejaron darle tetita porque tenían que hacerle las pruebas que les hacen a los recién nacidos.
Con LUI:
Lui nació a las 10:00 pm y después que lo sacaron de la sala de partos, no lo vi hasta el día siguiente. Mi habitación estaba al costado de la sala de bebes y escuchaba que un bebe lloraba; estoy mas que segura que era Lui el que pedía su tetita y por mas que preguntamos, nos indicaron que no lo podían llevar y que recién lo harían al día siguiente a las 6:00 am.
Lamentablemente hace 11 años, no existían las redes sociales y no había tanta información como para poder exigir lo que realmente es nuestro derecho; ambos tuvimos que esperar sin poder dormir, porque el lloraba y a mi la leche se me chorreaba.
Al día siguiente me lo llevaron, era el bebe mas hermoso que había visto en mi vida y el mas hambriento también, lo pegue al pecho y cual becerrito se prendió de la teta y no la quiso soltar mas; mientras lactaba de una, la otra que estaba a punto de reventar, se seguía llenando y chorreando.
Al comienzo era un poco desesperante para el, el pezón era pequeño, pero eso no fue impedimento, me lo acomodaron y se acostumbró rápido; siempre lactaba como desesperado.
Mi producción de leche era abundante, tanto así que, hubiese podido alimentar a dos niños a la vez; muchas veces no tenia necesidad de usar pezonera porque la leche salía sola cual chisguete de carnaval; no les miento, tenia leche almacena en la refri y había momentos en que la leche la tenia que botar; me daba pena, me dolía hacerlo, pero desconocía si podía donarla y los lugares donde hacerlo.
Si bien es cierto que la lactancia fue mágica y fuimos una buena dupla, pase unos días con dolor, los pezones empezaron a agrietarse y mostraron pequeños rasgos de sangre; pero todo eso paso y fuimos felices.
Casi todos los meses de lactancia la pase durmiendo cual momia (boca arriba), mis senos se llenaban tanto que muchas veces los protectores no aguantaban, las toallas no eran suficiente y tenia que levantarme en la madrugada para sacarme la leche y poder dormir. Es realmente increíble lo mágico que puede ser el cuerpo de la mujer, lo que puede producir y en las cantidades que lo hace.
Al mes tuve que regresar a trabajar, no quería hacerlo, pero era necesario, no había elección; fue muy duro para mi, sufrí bastante, pero esto no fue impedimento para que mi bebe deje de alimentarse con mi leche; fue un poco fastidioso el sacarme la leche en la oficina, los ambientes no estaban acondicionados para hacerlo; hace 11 años nadie pensaba en los lactarios como ahora, hubiese sido maravilloso, pero me las ingeniaba para poder sacarme la leche en un lugar donde solo trabajaban hombre y donde las oficinas eran cubículos donde no existían puertas. Y el comedor dirán algunas, no existía y los baños no tenían enchufes y no era lo ideal.
Creo que esa rutina aburrió a Lui, a los 6 meses cumplidos no quiso saber nada mas de mi tetita, prefirió el biberón y a mi me dejo de lado; pero continuo tomando leche materna hasta que esta se seco. En esos 6 meses de contacto con el, fui muy feliz; feliz porque me sentí importante y que mi cuerpo fue necesario para alguien.
Con JOACO:
Cuando salí embarazada de Joaco y con la experiencia vivida con el hermano mayor, pensé que todo sería diferente; craso error, la situación fue peor.
Joaco nació prematuro y llego con un cromosoma de mas (Trisomía 21) y en este país, traer un niño al mundo con Síndrome de Down, es situación que los profesionales de la salud no saben manejar, no existe un protocolo; como si el niño con SD no tuviera los mismos derechos, de tener el primer contacto con mamá, de ser mimado en ese mismo instante, de ser querido, de ser olido; como si no tuviera derecho a su TETITA.
Con Joaco no paso nada de eso y es algo que cargo hasta ahora y siento culpa, culpa por no haberlo tenido en mi pecho en el preciso momento que nació, culpa porque a pesar de necesitarme, yo no pude estar con el; culpa por no poder alimentarlo, cargarlo, abrazarlo, besarlo.
Fueron 26 eternos y dolorosos días sin tenerlo conmigo, 26 días de ausencia de su tetita; lo recuerdo como si fuera ayer y aun me duele, aun me afecta y mientras escribo esto el corazón se me estruja porque no olvida; es algo que no he podido superar, no he podido soltar.
Al igual que con mi primer bebe, mi producción de leche era abundante, la misma cantidad de leche que me sacaba y almacenaba en la refrigeradora, eran las lagrimas que botaba, fue muy duro que los pechos se te llenen y no poder alimentar a nadie, que el único estimulo sea la succión de una pezonera y que tu leche sea almacenada.
Es muy duro tener que levantarte por la madrugada a sacarte leche porque tus pechos no podían mas a pesar de no tener el estimulo de tu bebe; yo estoy segura que ellos se llenaban, porque Joaco las deseaba, quería su tetita.
Con el estrés, la culpa y la pena que sentía la leche se me fue secando, pero yo estaba dispuesta a que ellas siguieran produciendo porque tenia la esperanza de que Joaco saldría bien de la clínica y que haría uso de su derecho a ser amamantado como cualquier niño y lo logre; dicen que el liquido que consumimos no es productor de leche, pero yo tomaba agua de piña mañana, tarde, noche y con la ayuda de mi esposo la producción se re-estableció. Por el, estaba dispuesta a todo.
26 días después pude darle por primera vez su tetita; ese día fui la persona mas feliz del mundo; a pesar que horas antes personal de la clínica me quito todas las esperanzas, a pesar que me anularon como madre. Ellas me decían que había la probabilidad que Joaco no pudiera coger la tetita, pero él como siempre contreras, se agarro cual becerro de su tetita y no la soltó.
Siete meses duro esa felicidad que solo las mamas entendemos, siete meses mi cuerpo alimento directamente a Joaco y estoy feliz por eso. Me hubiese gustado darle mas tiempo? si, como le decía a mi esposo, #HastaQueLeSalgaBigote.
Con estas 2 experiencias que les puedo decir; la lactancia nunca es como la imaginamos y no todos viviremos la misma experiencia, para algunas será perfecta, como lo soñaron, para otras no; para algunas será dolorosa, para otras no; para algunas será frustrante, para otras no.
Ahora que existe tanta información al alcance de la mano, infórmense lo mas posible y si pueden armen su banco de leche. No hay mejor alimento que la leche materna, que la leche que tu cuerpo de una manera inteligente genera para alimentar a tu bebe y protegerlo de miles de cosas. Además que esa conexión mama-bebe es única, mágica e indescriptible.
Disfruten de su lactancia, no siempre tendrá que ser dolorosa.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.