Hace un par
de días, después de mi viaje al norte, a mi tierra, al lugar donde nací y me
vio crecer, me puse a recordar y pensar muchas cosas, y me di cuenta que nuestra
estadía en este mundo tiene un porque, un propósito, un fin.
Aunque mi
infancia tuvo momentos muy duros para la edad y experiencias no muy lindas, la
recordé y guardo los mejores momentos; los mas bonitos, las experiencias vividas
con mis primas, mis hermanos, los amigos del barrio.
Recordé también
a mis abuelos y bisabuelos que ya no están, que partieron, que nos llevaron la
delantera.
Recordé que
era una niña muy juguetona, traviesa, arriesgada con un poco de espíritu de niño
(parecíamos hombres en la manera tosca de jugar), pero también recuerdo que mi
infancia estuvo a punto de terminar en 03 oportunidades y que hoy sería solo un
recuerdo para mi familia, si no hubiese sido por ese Ángel de la Guarda que hasta
hoy me acompaña.
Recordé que
cuando tenia aproximadamente 06 años, fuimos invitados al matrimonio de una
tía, lo habían realizado en un local arreglado lindamente para la ocasión. Mis
primas y yo llevábamos lindos vestidos y los famosos (y ahora odiados por
algunos) zapatitos de charol –a mi me encantaban- ropa que solo dura linda unas
cuantas horitas o hasta el saludo inicial a los novios.
Como los
niños, no pueden estar quietos en un solo lugar y tratan de distraerse jugando
para no aburrirse en las fiestas de viejos, nunca faltan las correteaderas y
juegos típicos como la chapadita y las escondidas.
Pues resulta
que cuando jugábamos a las escondidas, no tuve mejor idea que bajar hasta el
primer piso, porque según yo, todos se habían escondido por ahí, por el lugar
donde nos advirtieron no ir.
Buscaba y
buscaba y no encontraba, hasta que llegue a la puerta del local, vi que el
personal de seguridad estaba de espaldas chequeando el ingreso y decidí ir detrás
de las escaleras, el peor lugar e inclusive sin luz. Tenia varias chapitas de
metal en la mano y empiezo a lanzarlas detrás de esa escalera oscura, diciéndole
a mi hermano que saliera (pensé que ahí estaba), como no escuchaba el golpe de
la chapita contra el piso, decido correr a chapar o encontrar a mi hermano y
pues la sorpresa fue que había un pozo profundo de agua sin tapa.
Sinceramente
no recuerdo, por mas que he tratado, no recuerdo como logre estar de frente y
no de cabeza, solo recuerdo flotar agarrada desesperadamente a un piso
resbaloso y gritar pidiendo ayuda pero nadie me escuchaba, y no lo hacían porque
el volumen de la música estaba full.
Yo he tenido
siempre la cabellera larga, súper larga; trenzada me llegaba como a la cadera y
esa cabellera fue uno de los motivos por los cuales estoy aquí.
Estuve
gritando y llorando por mucho tiempo, llamaba a mis primas y hermano, nadie me
escuchaba; me sentía agotada, cansada, pero Dios y mi Ángel de la Guarda estuvieron
conmigo acompañándome porque de pronto llego mi prima y no se como, en esa oscuridad que no ves
nada de nada, ella pudo verme y jalarme de una de mis trenzas para que yo no me
hundiera; las dos gritábamos fuerte y de pronto apareció mi hermano y si mal no
recuerdo es quien dio aviso al de seguridad.
Solo me
acuerdo de un hombre grande sacándome de un brazo y poniéndome en un lugar
seguro hasta que llegaron mis papás, que ya me habían estado buscando y que no sabían
donde se había metido la niña traviesa.
Pero eso no es
todo; como ya les había comentado, tenia media alma de niño (la otra media era de niña) y seguramente por eso me
gustaba mucho las cosas de mi hermano mayor, me gustaba las canicas, los
caballitos y toda cosa que tenía.
Un día le
quite un par de canicas y creo que no se las quería entregar, mi mama estaba al
teléfono porque llamó una tía de Lima y recuerdo que, para que mi hermano no
me las quite, me voy y me siento junto a mi madre y me meto la canica en la boca, esta se deslizo
muy rápido hacia mi garganta, me asuste y en lugar de garraspear para botarla,
trataba de tragarla.
Mi mamá me
vio desesperada que le señalaba mi garganta y le enseñaba la otra canica, de un brinco tiro el teléfono, me puso de espalda, me golpeo la nuca y me
presiono debajo de las costillas, hasta que la invasora salió…aún recuerdo la sensación
que me dejo en la garganta.
La ultima de
mi infancia fue en el mar, nos habíamos ido de paseo a la playa, una mancha
enorme de gente (casi todos eran familia), todo estaba bien, nos encontrábamos jugando
todas metidas en el mar (mis primas y yo) al frente de nuestros padres.
Después de
un buen rato, nos dimos cuenta que el mar nos había alejado del punto inicial,
lo hizo un buen tramo y empezaron los remolinos; ya no sentíamos el piso y
empezamos a preocuparnos, alzamos nuestras manos, las agitamos llamando y nadie
nos hacia caso, nos hacían “Adiós”. Quien se dio cuenta fue mi hermano mayor,
un flacucho un poquito mas alto que yo, él entro a sacar a mi prima mas
pequeña, pero como éramos casi de la edad y tallas (salvo la ultima prima) nos
quedamos todos atrapados.
Una de mis
primas, logro encontrar por un lado piso y logro escapar, pero como no podía dejarnos,
no tuvo mejor idea que jalarme nuevamente de mi larga cabellera trenzada, mi
hermano y mi prima mas pequeña cogieron la otra trenza y logramos salir. De la
que nos salvamos!!!!.
Definitivamente
esa cabellera tenía su razón de ser, de existir, de haberla dejado crecer tanto
y no habérmela cortado desde que nací.
En mi adolescencia y adultez, también he tenido experiencias fuertes que no creerían, que muchas veces es difícil o imposible de creer, pero ahora que me pongo a pensar todo tiene su motivo, todo lo vivido tiene un por que.
Que hubiese pasado si hubiese muerto en una de esas ocasiones?, que no hubiese tenido futuro, que no estuviera escribiendo contándoles mi experiencia y no estuvieran leyéndola.
Que no hubiese tenido la oportunidad de conocer un hombre bueno; y que hubiese sido de él?, hubiese encontrado una mujer diferente a mi, de repente mas buena, de repente mala o de repente estuviese por cumplir sus 40 años solo.
Que hubiese sido de mis hijos?, no hubiesen existido, seguirían siendo ángeles esperando la oportunidad de venir a la tierra a cumplir su misión, pero como Mapi se quedo en el pasado, ellos no hubiesen tenido un futuro.
No hubiese tenido la oportunidad de tener a mi Joaco y aprender de él, me hubiese perdido de muchas cosas buenas y malas; pero no solo hubiese truncado mi futuro, si no también de las personas que me rodean, me aman y las amo, porque no solo hubiese sido mi futuro, si no el de ellos también.
Todo esta conectado, todo pasa por algo, venimos a cumplir una misión, existimos por un propósito. Nada es por gusto.
Agradezco a Dios, a la vida, no ser solo un recuerdo, no solo ser parte del pasado, si no, haberme dado la oportunidad de tener y ser parte de un futuro.